VISIBILIDAD BAJA (POEM) ¿WHAT IF I STOP?
Por Francis Berti
Visibilidad baja, ¿Qué pasa si me detengo? ¿Cuántos pensamientos se abroquelarán en la frente de mi espacio que me dejarán sin mi intención? ¿Y ahora? La per- perfección del no ser para ser. Y así mi visibilidad baja me permite por el bajo mundo nadar con mi perfección de brazos tirando toda la fuerza de incontrastable fuerza de ser un espécimen único y con magnitud de toda mi fuerza perdida en la visibilidad baja. Perdido en mi mente me encontré con quien quiero ser más de mí.
El problema no era la niebla. El problema era el espejo. ¿Quién es el que mira a través de esta niebla mental? No soy yo, porque “yo” se deshace en cada brazada. Soy la fuerza que tira, el músculo que se niega a flotar. Y esa fuerza es ciega.
Me pregunto: ¿Mi pensamiento es mío? ¿O es el eco de una voz que me contaron que debía ser? La irreverencia comienza ahí: en dudar del origen. Si soy un espécimen único, ¿por qué mis reflexiones suenan a cliché de la desesperación?
Me detuve. La visibilidad baja me tragó por completo. Y en el silencio, no escuché la voz de quien “quiero ser más de mí”. Escuché un murmullo de millones. Las voces que me construyeron, la carcasa social, la memoria prestada. Y entendí que la verdadera fuerza no es nadar, sino dejar de hacerlo. Dejar que la corriente me lleve.
Pero la corriente… ¿hacia dónde me lleva? Hacia otra versión de lo que no quiero ser. Es un círculo vicioso: me pierdo para encontrarme con la persona que acabo de dejar.
Justo entonces, la visibilidad baja se partió. No se disipó, se rompió, como un cristal grueso. Y a través de esa fisura apareció la luz. No era la luz del sol, era un haz concentrado, de un color naranja sucio y urgente. Y con la luz, una risa. Una carcajada tan limpia y tan ajena a mi drama que sonó como un insulto.
— ¡Qué pereza! —Dijo una voz aguda y metálica—. ¡Tanta grandilocuencia para un charco tan pequeño!
El murmullo de mis millones se calló de golpe. Ante mí, flotando en el haz de luz, había una figura que no tenía forma. Era una mancha vibrante de color que cambiaba constantemente, una irrupción pura de lo irreverente.
—Te detuviste, ¿no es así? —Continuó la mancha—. Creíste que en el no-hacer encontrarías la respuesta. ¡Qué idea tan perfecta y tan aburrida! Tu “per- perfección del no ser” es solo una excusa sofisticada para el miedo. El miedo a ser mal clasificado.
El ser que quería ser más de mí se encogió.
— ¿Quién eres? —logré balbucear.
—Soy lo que te falta. La distracción radical. Soy la certeza de que tú pregunta: “¿Quién soy?” es la más perezosa de todas. Eres lo que haces ahora. No en el pasado que no recuerdas ni en el futuro que prometes. El control no se gana nadando en la niebla. Se gana bailando con la niebla. Y tú estás tieso, midiendo la profundidad del abismo con una cuchara.
La mancha giró, su luz naranja se hizo de un verde eléctrico y luego regresó al naranja sucio. El pensamiento, antes tan seguro de su confusión, se sintió estúpido. El problema no era la falta de identidad; era la seriedad con la que la buscaba
Qué pasa si
Me detengo?Hacer una tregua con la mente subconsciente como un acuerdo para ampliar el poder de decidir libremente ir más allá de los presupuestos ideológicos, navegar dias completos sin recordar, sin señalar, en quietud inesperada, anclando frecuencias, liberando cargas .Tus palabras toman formas al pronunciarlas con intención y empiezan a crear ondas en tu campo magnético que reactivas nuevamente y pasan del concepto a la vibración,activas tu campo de energía y lo que fluye es la intención y te das cuenta que tu problema no era la falta de identidad, era la seriedad con la que la buscabas. Gracias por esta reflexión. Saludos Francis.