Deambulamos por las estrechas calles del pensamiento humano, lleno de atajos para evitar sufrir. Sufrimos. En ese devenir de callejones emocionales existe una quimera repetitiva casi genéticamente. Esperamos siempre, siempre; el gran amor de nuestras vidas. Esa grandilocuente expresión nos acompaña de manera eternizante, ese prisma devaluado sin haberle encontrado otra opción.
Siempre hay opciones, aunque en vez de opciones los llevaría por el camino de las observaciones perdidas, esas que dejamos al pasar por la simple definición de que no son el Gran Amor de nuestras vidas. El transcurso de los mortales pareciera acelerarse inversamente proporcional al de los tiempos donde la pared de finitud es más visible. Entonces he aquí una revelación inesperada que he sentido, percibido una mano que me toma del corazón que últimamente me desvió. Hiso que relentizadara todos mis sentidos y abrirlos descarnadamente sin filtros solares, que quemara un poco más allá de un rojo vergonzoso. Descubrí que en esos senderos verdes, perfumados, casi azules sin visitantes, surgían y se llenaban de la imagen de los amores bebe.
¿Que son los amores bebe? Son el comienzo. Son la pequeña puerta entreabierta, la palabra indescifrable, los secretos asustadizos, la verdad por comenzar a caminar. Son difícil de percibir pero de una hermosura sin copia fiel. Un amor bebe se nueve por la ternura, la devoción y la entrega y cuando te siente un igual crece unos centímetros. Debes caminar con tanta delicadeza por entre ellos, como ellos lo hacen contigo cuando se te cruzan entre las piernas, se suben a tus hombros y te besan en la boca, y duermen cuando tú duermes.
Es el lugar diseñado en donde trabajar tu gran amor, alli cuidando por el tiempo que sea a todos y cada uno de los amores bebe. Nada te puede pasar. Y cuando los días comiencen en atardeceres de destiempos, el gran amor de tu vida se erguirá delante de ti, ya lo has terminado de construir, desde bebe, y estará alli contigo y tú en e