CUANDO SE APAGAN LOS BICHITOS DE LUZ
Por Francis Berti
Hace tiempo que sentado en la galería de mi casa, en plena noche de verano, apago las pocas luces que me alumbran, salvo el rojo de cada pitada de mi cigarro, las espero con su código Morse de bello saludo . Las luciérnagas, destellantes solcillos que reflejan que oscuridad brilla, vive, te saluda, apareciendo y desapareciendo. Pero siempre alli. Esa magia del universo que engaña y a la vez te indica que todo puede estar en todas partes. Sigo con mi costumbre.
Así salen algunas jóvenes. La brisa rompe el suelo del silencio. Que no alcanza para demostrar la suma de los sentimientos. Pero con el paso de los días, la oscuridad es la reacción natural. De cambio, la fiebre del pueblo que aún resta recuperar la tranquilidad, hace de receso. Un recuento. Una mirada remota, pero agilísima. Era necesario desconectarse de todas las cosas a las que ya no estoy ni aliado, pero sí siempre hombre. Sobrevive como un león. No quiero dañarlas. Pero ni siquiera pensar lo que pasa. No importa si lo creen. No atrapare ninguna y las dejare que se posen en mi brazo o en mi pie desnudo sobre la madera.
Me alzaría hacia arriba, muy bien desprendido, suelto en su cara, encima de los árboles más boscosos, entre los suelos y los caminos conocidos. Por eso, me recomiendo irme Y ya casi no hay, prácticamente han desaparecido. ¿Involucionaron? Como esos seres humanos que se apagan, no por morir, sino por que prefieren ser primates acomodados en señas y gritos esperando que transcurra lo que creen entender. Asi se apaga la sociedad día a día en la indiferencia de reunirse para sentir quizás, que es mejor entendiendo que la nada es el todo.
Yo se que están, iré en busca de ellos, se que siguen existiendo esos acompañantes nocturnos que me representan, que mi humanidad sigue intacta y no me uniré a la manada de inertes. Mi razón no se apagara, titilara, pero no desparecerá. Ni buscare bienvenidas forzadas, suicidas. Al desfile en contra que preocupan a los demás se me vienen encima, es el sol que hizo seguir adelante. No nos debemos tocar. Si queremos sentirnos dignos. El equilibrio que entra en juego de resolución de los espacios nocturnos donde volví a encontrarlas hablándome en su código de solcillos en código Morse.
Deje atrás los vacíos de seres amontonados sin lenguaje ingarabateable. Los bichitos d luz se encendieron…solo creí en ellos…solo creo…solo creo que mientras lo haga todo estará intacto
Interesante relato,disfrutar de esa energía radiante de luces matizadas tintillantes proporcionadas por la Luciérnagas invitándonos
A una fiesta nocturna, que sólo la brisa que rompe el suelo del silencio puede acabar.Así se apaga la Sociedad día a día en la indiferencia,prolongándose cada vez más la disminución progresista en la capacidad de responder ante los estímulos externos.La tensión origina una sensación continua de tirantez emocional, que la suplimos con la fantasía para lograr los deseos que no pueden cumplirse.Disfrutar de esa magia del Universo que engaña y a la vez te indica que todo puede estar en todas partes, entiendo que la nada es el todo. Sigo esperando a esos acompañantes nocturnos que me representan, que
me humanizan y me hacen partícipe de su fiesta de luz, esa energía radiante que solo un observador percibe a través de las sensaciones visuales, una fiesta nocturna que ilumina y alumbra y porque no
hacer realidad los sueños a través de la fantasía de luces.