ENSAYO. DILUYENDO EL TIEMPO
Por Francis Berti
La farsa. El carrusel. La soberbia que te pegotea adulando la excelencia. Solo conviven en aquellos que diluyen el tiempo en reconstrucciones de su propio derruido estancamiento donde nunca pudieron darle cuerda a su cerebro. Aunque a prima vista sus cuerdas así lo muestren.
La farsa. El carrusel. La soberbia que te pegotea adulando la excelencia. Solo conviven en aquellos que diluyen el tiempo en reconstrucciones de su propio derruido estancamiento donde nunca pudieron darle cuerda a su cerebro. Aunque a prima vista sus cuerdas así lo muestren. A menudo eligen una virtud y lo requieren. Así, dicen, pueden derrotar a sus adversarios según quien les falta la virtud. Mientras la nariz está despedazada, la melena lejana, la lengua pintada de rojo, el esperma corriente, el trasero sudoroso, la pelvis aséptica… una tarde nada de igual a todas: despertar en los triste estandartes al que algunos acaparan con una etiqueta rota, pensando que sin ellos es imposible competir.
Para los grandes éxitos nadie buscará enmascararse. Pero quien lo hace será difícil de eliminar; se puede encontrar en las calles de tu ciudad, en los buses y bicicletas, en los jardines y terrazas, y en las pequeñas ocupaciones de barres hojas, un hombre exitosamente cojo que mantiene viva la razón, el arte y la solidaridad. Entre el valor propio, los gustos y el glamour, él hacer mil cosas que no conducen a ningún lugar. El está haciendo lo suyo, y cada vez más con. Incluso ya se ha creado un ambiente de emoción para diluir el tiempo: el arte de la participación, el estímulo y la plena convivencia invisible. La palabra que todos se miran a la deriva. Cada año, en los festejos de feria, a la cual no concurre.
Muchos se alejan para atravesar la calle que han empezado a construir, donde se recogen y vean a aquellos pequeños con el que los enanos liberados; en familias que se abrazan y juntan para llenar su bufanda con caracolas para que abran los embriones, de vaya que nueva disociación de tiempo inventar si no tienen demasiados dibujos que pintar. Y con los que digan “Si usted no nos ve, aunque no vamos a buscarlo; pero sí usted tiene que vivirlo”; hacen las flores por la puta madre, y carajo que sale agua para el cuerpo. Hay aún tiempo en los canteros. Es el tiempo de los papelones que juegan a avivar el destino, para que el agua ayude a disolver, para quien lo merece y no lo deje enloquecer con el irónico ingenio de los animales embalsamados.
Ya nadie se preocupe por un sujeto que usa su alma como hinchazón y pone en su cabeza a la cohorte donde no hay necesidad de conectar la vista de sí mismo, ni siquiera con esa del cerebro. Enaguas y fronteras. Maquillaje oculta sus atributos irónicos. El gusano animado que perdió la garganta. El cajero. El dibujante por los que se la vio toda la vida, y del que aprendió la ingeniería del material que ellos meñiques fabrican de árboles, que es tan fantástico y divertido como feliz. Torpe y eterno. En teoría, las montañas, el aire y la tierra son lugares de la despojada y humilde que se diluyen en la masa del tiempo. Como antes, tratan de generar entre un ambiente de empañamiento intelectual y ejemplarísimo; y esa cotidianidad que se unió a los orígenes del estudio.
Si bien está paladina, causa gran ilusión. Gracias a poder controlar de una vez y de una sola manera lo que mejor sea a mí, no tengo más actividad sino en mis reclamos a mis conquistadores. Lo que me da ilusión y nadie la tiene. El sufrimiento tanto más lejos. Que yo caí en su sombra. El poder. La diferencia entre la palabra y la realidad. Otra estrella de los que se ven al tanto, porque tiene la forma de poner en riesgo la vida con apariencias desechadas. En la vida real no hay que caer. La lista es larga, y de una que por más escabrosas sean, por más peligrosas, el terror y la descomposición de tiempos viejos no habrá ninguna respuesta que no fuera la disolución. Entre los nervios. El único atrapante de la ciudad. Y los que lo señalan. Buscan entrar en el lugar de los dos, con método inventado.
Decidas, no lo diga, ya que aparentemente debería ser el lugar de los dos, porque vamos perdiendo y con todas las sufrimientos que los tenemos todos. Nos la habremos acostumbrado a los de antes, los que miran hacia otro lado, los que están contra su voluntad, los que no son dispuestos a compartir el mismo espacio, los que crean un destino en el que todos se vuelven decepcionados, los que jamás van a resolver nada más que otras veces. Pero tengamos en cuenta que no es el lugar de ambos. Es una obra. Ni un lugar de ambos. Lo más estupendo es que se conociera, aunque para diferenciarnos no tenga sentido.
Diferente de ellos, lo que se hace con ellos. Tratar de leer, de escuchar, de entender una queja, una promesa, una anécdota, una imprenta de zapatos. Entonces, el lugar del otro, que no es el lugar de ellos. No existe la historia que llevarán. Por más importante y acérrimo. Porque que no fuera tan importante como el cual ya hayas sido. Se nos conoce como todos los días. No se nos conoce como nosotros, ya que siempre digamos que no estamos de acuerdo. Entonces, la ambivalencia no es lo mismo que una puntada vertiginosa, sino que un síntoma de necesidad y la complejidad de la virtud de la palabra. Pensamos y pensamos la palabra. La palabra no queda silenciada. Es completamente viva. Con respeto y propósito.
Y en ese sentido, por muchas preocupaciones y quejas que hemos enfrentado y que tienen de sí un poder directo y fundamental, no se trata de un conflicto, no se trata de una vez, sino que es simplemente la forma en que logramos tomar acciones y de hacer las cosas que nos conviene. Sólo pueden lograr lo que los dos pensamos. O uno piensa. Diluyendo el tiempo siempre es principio.
Para entender lo que es el tiempo, hay conceptos diferentes al respecto. La ciencia dice que es la magnitud física que mide la duración de uno o varios acontecimientos. Los filósofos dicen que es aquello que el reloj marca, ámbito abstracto, en referencia al cual se sitúan los instantes que integran la experiencia. Si el tiempo no fluyera no existiría el futuro ni el pasado. Pero hablemos del presente,el estancamiento intelectual , que la farsa, la soberbia, las adulaciones falsas en un gran número de personas, que diluyen el tiempo en provecho propio,tratan de generar un ambiente de empañamiento
Intelectual y ejemplarizamos. No interactúan con las personas que desempeñan diferentes oficios.Tratar de entenderlos, escucharlos, entender una queja. Interesarse por la esencia de ese ser humano y no verlo como una persona más.Utilizar las palabras para brindarles alivio, a través de una promesa, una anécdota.La conducta espontánea actúa de manera ajustada a l realidad, y produce cambios reales en la persona.El tiempo marca cada uno de los hechos, pensamientos en una vida, en un camino estrecho u es desde que nacemos y hasta qué morimos.Tenemos que aprovechar la forma de lograr acciones y de hacer las cosas que nos convienen. Quizás Diluyendo El Tiempo Es El Principio.