HORAS NUEVAS

HORAS NUEVAS

Por Francis Berti

Voy por horas nuevas, demasiadas se derritieron unas tras otras en reuniones absurdas y reposeras con la razón en blanco. Olvide todo, deje todo. ¿Y está bien? Claro lo está y lo estuvo pero mi piel de reloj necesita horas nuevas, que no se desvisten por esta trayectoria de pretensiones y despreocupación.

No mejor que terminarme en la puerta de mi casa. No mejor que entregarme a las 11.00, esa es la hora y la hora es de las palabras: No hay que hacerse también lo que hagan los demás. Y por otra parte, aunque todavía no lo digan, no lo hagan. No son las mismas, salvo que los hayan visto y leído, no se comparan, ni se les dice a nadie, ni tampoco se les dice por decir a quienes no entienden. ¿Les vamos a recordar?, seriamos unos imbéciles.

Lo que ha sucedido en las, en lo que han vivido estos medios de tiempos allí quedaran. Cuanto más rápido encuentre mis horas nuevas (no será sencillo) Pero desafiante, sangrara la nieve de aquellos minutos congelados. ¿A veces me pregunto porque los congele?) Quizás porque el agua no era mía, y nunca fui egoísta, todo a contrario sensus. Me desborde de alcohol en pequeñas dosis cada diez frases clarificantes.

Mis horas nuevas están ansiosas  por clavarse en mis relojes y en mí y en quien desee compartir el filo nuevo de cada aguja. ¿A veces me pregunto porque las congele?) Quizás porque el agua no era mía, y nunca fui egoísta, todo a contrario sensus. Me desborde de alcohol en pequeñas dosis cada diez frases clarificantes. Mis horas nuevas están ansiosas por clavarse en mis relojes y en mí y en quien desee compartir el filo nuevo de cada aguja.

Espero te enterarte por una persona que tiene más emoción que el más poderoso de la ficción que, por si fuera poco, ya lee todos mis textos desde las siete de la mañana, sin un mal conmigo, con el más bueno de la narración, la cual me encanta conocer y admirar. ¿Lo imaginas?: Un día, por estar en una discoteca con muchos grupos donde pueden estar todos y no existir nadie más dejando que yo sea la última, quizá me baje un bonito portazo en línea y otros no se dan cuenta porque no hay contenido sobre mi espectacular llegada al piso.

Quizás deba ser una niña de diez años y no algo tan grande como yo, pero al mismo tiempo es la mujer más fantástica que he visto de niña a adulta, como sobre todo acompañada de un asqueroso vacío. ¿Lo imaginas?: una noche en La Habana, donde puedo que empiece o de otra estrella que no entiendo que le digan que es menor a mis años, pero que sí son los medios que me hacen creerlo, cuando muchos años antes no la entendían. Sé exactamente lo que y cuando todavía voy a la cocina con mi sucia cabeza y a estudiar a las horas nuevas. Nunca he logrado hasta ahora.

Le cree a mis fantasías de que hago, pero ella parece igual a la niña a la que creyó que era. Siempre he querido ser un alma, pero me faltaron las horas nuevas. Y ahora antes clavarlas las entibio para fijarlas si pegamento blanco de desperdicio mirando, solo mirando. Ya no. Serán de carne y huesos y sus palabras espero no entenderlas jamás a primer oído. En un idioma extravagante y si es vagante, mejor.