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INICIANDO PRINCIPIOS

Desoladamente desprotegido, con los restos de la cascara rota. Pasitos sin huella. Aquí, la puertezuela, de uno de los tantos principios, comienzos, nuevas a venturanzas de lo cotidiano por ver, por oler, por sembrar. La mano abierta en arado delicado abriendo el nuevo surco del nuevo solcito y el principio aquí por caer a brotar.

En esta posición de una levitación, aquí a flotar. No, no es miedo, no y no. Estas volutas son de calma y de gracia y de buen humor. De una elevada despreocupación por lo que ocurrirá en el futuro y por lo que ya, ya sucedió. Pues, pues cómo llegué hasta aquí, sí, sí, sí, como llegué hasta aquí. En el principio, en el principio de mi vida tal vez, al principio de la vida tal vez. El principio, el principio, el principio. El Principio del Principio. ¡Qué bueno!

Y así, de una levitación, una levitación cósmica, que no humana, especie de flotación de mi cuerpo y de mi pensamiento, una levitación que no es vista ni se siente como algo extraño. El principio aquí a caer, a brotar. Y un principio, un principio, el principio. Un principio a brotar, a flotar, a despreocuparse de lo que ocurra en el futuro, en el pasado o en el presente, en este instante. Y así, de una y que bajan o a la luz de ojos, ojos abiertos algo más, algo más que nunca antes o otra vez, otra vez todo nuevo.

Este es el principio de todos los principios, el comienzo de todos los comienzos, del cerrojo de todos los cerrojos. Está aquí, cerca, cerca de lo cotidiano que nos da la razón, la razón de estar aquí, de haber venido hasta aquí, hasta este tiempo y este lugar, este lugar para ver, para escuchar, para unirnos en este lugar, en este tiempo, en este momento, en este instante. Aquí, a la mano abierta en arado delicado, a la puertezuela, a la nueva venturanza, a las manos abiertas en arado que se abren paso, esto es, que hacen camino. Para nosotros, esta mano abierta en arado que se abre paso, esto es, que hace camino, es un nuevo principio, un nuevo comienzo, un nuevo nacimiento.

Hacer camino a la mano abierta en arado, esto es, hacer camino con la mano abierta en arado, es hacer un camino más justo, más libre, más participativo y más solidario. Uno capaz de escuchar, de ver y de sentir lo que no vemos, lo que no oímos y lo que no sentimos. Capaz de tocar el suelo con los pies, de abrirse paso, de abrirse camino, de entrar en contacto con el suelo, con la tierra. Aquí, a la mano abierta en arado delicado abriendo el nuevo surco del nuevo solcito y el principio aquí por caer a brotar, de todos los días, a la noche, a la oscuridad, a la luz de inesperados sonidos de alas que aletean y que bajan o a la luz de ojos, ojos abiertos algo más, algo más que nunca antes o otra vez, otra vez todo nuevo.

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