LA PERSEPCION DE LA INTUICION

LA PERSEPCION DE LA INTUICION

Por Francis Berti

En muchas oportunidades de mis dos siglos de vida, en revoltijos de secuencias y hechos, me deje llevar por la intuición y en otros solo con la percepción. Hasta que aprendí, primero que la percepción y la intuición no son lo mismo, y aunque muchos la utilizan en los casos resolutorios, los resultados vistos a la luz de los acontecimientos resultantes, son diría, hasta antagónicos. Pero encontré, no hace mucho tiempo, la clave para poder llevar anclada  una a la otra, sin romperse, sin encontrarse superpuestas y potenciar la energía de una y otra en las mismas direcciones Y lo que encontré es la “ubicuidad”.

Esta palabra tan poco usada, y aun menos práctica por los mortales en su casi totalidad. La ubicuidad es quien tomo a la precepción y la intuición y las alineo sin quitarles su esencia primigenia, en cada efecto de razón que golpea, acertando sin recriminaciones estériles por sobre entradas o salidas. Entonces comienzas a sentir la inmensidad en todas las dimensiones que se te presenten y tu ubicuidad siempre estará en la correcta porque la incorrección no tendrá oportunidad de engaño alguno.

Intentare ser más claro. Como dije; he observado cómo muchos, en su afán por resolver problemas o tomar decisiones, se basan únicamente en una de estas dos herramientas, ya sea la percepción o la intuición. Sin embargo, he visto que los resultados obtenidos de esta manera suelen ser contradictorios e incluso antagónicos. Esto se debe a que ambas herramientas, por sí solas, no son suficientes para comprender la complejidad del mundo que nos rodea.

Fue entonces cuando descubrí la clave: la ubicuidad. Esta palabra, poco común y aún menos comprendida, representa la capacidad de integrar la percepción y la intuición de manera armónica, sin que una domine a la otra. La ubicuidad nos permite aprovechar la riqueza de información que nos brindan nuestros sentidos, al mismo tiempo que nos abre a la sabiduría intuitiva que reside en nuestro interior. Al alcanzar este estado de ubicuidad, la inmensidad del universo se abre ante nosotros en todas sus dimensiones.

Cada experiencia, cada decisión, cada interacción se convierte en una oportunidad para expandir nuestra comprensión y profundizar en el conocimiento de la realidad. La ubicuidad nos permite navegar por este vasto océano de posibilidades sin perder el rumbo, sin caer en las trampas del engaño o la confusión. En la ubicuidad reside la verdadera sabiduría, la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso, entre lo justo y lo injusto, entre el amor y el miedo.

Es la brújula que nos guía en nuestro camino por la vida, permitiéndonos tomar decisiones acertadas y vivir en armonía con nosotros mismos. La ubicuidad no es un estado estático, sino un proceso continuo de aprendizaje y crecimiento. A medida que acumulamos experiencias y ampliamos nuestro conocimiento, nuestra capacidad de ubicuidad también aumenta.

La ubicuidad hoy es un privilegio exclusivo de unos pocos. Pero todos tenemos la capacidad de desarrollarla, si así lo deseamos. Solo requiere esfuerzo, dedicación y una mente abierta.