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LA VIDA ES UN GUISO DE TRONCO

LA VIDA ES UN GUISO DE TRONCO

Por Francis Berti

La vida es un guiso de tronco ¿Que una vida se relacione tan directamente a un guiso de tronco? Tendría que enseñarles como se cocina un guiso de tronco. Pues bien le  contare como se prepara;  Lo primordial tener entre diez y doce años, para que después a los setenta años puedas hacer esta afirmación con total certeza. En esa pubertad desconocida, que bien no sabíamos a donde iríamos a parar, todo era asombro, todo era sorpresas. Todo era lo increíble, lo mágico. Yo tenía unos tíos abuelos, o algo parecido, que tenían campo, mucho campo, vacas, caballos, sembraban, grandes alfalfares que atraían mariposas a granel, la fiesta de los colores. Pero voy dejar esos recuerdos y me centraré en el guiso de tronco. En una de esas travesías arriando vacas de un campo a otro, cuando llegamos había que separar las vacas y sus  terneros en diferentes corrales y luego recorrer ese predio a caballo para revisar las alambrados, las tranqueras o si  algún alambre de se había cortado y repararlos. También los bebederos con sus molinos pequeños pero efectivos. Entonces mi tio-abualo me dice:- Antes salir vamos a preparar un “guiso de tronco”  – ¿Un guiso de tronco?  Si ( se rio?  Entonces tomo un tronco de unos centímetros de alto, lo paro y comenzó a apoyar en el ramas secas que fuimos juntando. Luego trajo una hoya, la asentó sobre el tronco, la lleno de agua y de un costal que había traído comenzó a agregar todas las verduras, y cebollas y papas, y garbanzos, y choclos y no se cuantas cosas más. Encendió las ramas secas que habíamos puesto a su alrededor. Bueno! Monte! Vamos a revisar el campo. ¿Y eso queda así? Le pregunte.  Si, queda así. La hoya pintada de hollín. No se preocupe, me trataba de usted. Cuando volvamos en tres horas el tronco nos tendrá la comida preparada. Esas tres horas solo pensaba en hoya y el fuego solo en la nada preparándonos el guiso. Tres horas que a esa distancia parecía la magia de la vida. Setenta años. El cuerpo es ahora un paisaje conocido, con sus colinas de arrugas y sus valles de cansancio. La memoria, sin embargo, juega a las escondidas, trayendo a la superficie fragmentos inesperados, como aquel día en el campo, aquel insólito “guiso de tronco”. Ahora, a esta edad donde la sombra se alarga y la luz del día declina, comprendo la profunda verdad de esa extraña receta. La vida, en su esencia, es un guiso de tronco. La magia residía en lo inesperado, en la fe ciega de que aquel tronco humilde, alimentado por ramas secas y un fuego constante, transformaría ingredientes simples en un sustento nutritivo. No entendía la alquimia silenciosa del tiempo, la cocción lenta y constante que extraía los sabores profundos de cada elemento. Y los ingredientes… ¡qué vasto y diverso era aquel costal! Las verduras, las cebollas, las papas, los garbanzos, el choclo… cada uno representaba las innumerables personas que cruzarían nuestro camino, las alegrías y las penas, los desafíos y los aprendizajes. Cada sabor, cada textura, se integraría lentamente, a veces de forma armoniosa, a veces generando contrastes, pero siempre contribuyendo a la complejidad del guiso final.

El fuego, ese elemento aparentemente destructor, era la pasión, el esfuerzo, las pruebas que nos moldeaban. Ardía constante, consumiendo lo superficial para revelar lo esencial. Las tres horas de espera, que entonces parecían una eternidad, eran el tiempo de la vida misma, ese lapso misterioso donde las cosas se transforman sin que siempre seamos conscientes del proceso.

La hoya pintada de hollín… las cicatrices, las marcas que la vida deja en nosotros, testimonios de los fuegos que hemos enfrentado. Ya no me preocupa el hollín; entiendo que es parte de la cocción, la prueba de que algo se ha transformado.

Mi tío abuelo, con su sabiduría campesina, me enseñó sin palabras una lección fundamental: la vida requiere paciencia, la aceptación de que el proceso es tan importante como el resultado. No se puede apresurar el guiso de tronco, como no se puede forzar el florecimiento de una vida plena.

A los setenta años, ya he probado muchos “guisos de tronco”. Algunos fueron más sabrosos que otros, algunos tuvieron ingredientes inesperados, algunos incluso se quemaron un poco. Pero cada uno, en su singularidad, fue el resultado de ese tronco inicial, de las ramas que ardieron a su alrededor, y de la lenta cocción del tiempo.

La magia de la vida que sentí entonces, al ver la olla solitaria sobre el fuego en medio de la inmensidad del campo, persiste ahora, aunque con una comprensión más profunda. La magia no estaba en la desaparición de los ingredientes para convertirse en algo nuevo, sino en la misteriosa alquimia que permitía que, a partir de elementos simples y un tiempo dedicado, surgiera algo nutritivo y lleno de sabor.

Ahora sé que mi vida, como la de todos, ha sido ese guiso de tronco. Una preparación lenta, a veces silenciosa, donde cada experiencia, cada encuentro, cada desafío ha sido un ingrediente esencial. Y aunque el fuego de la juventud se haya atenuado, el sabor profundo de lo vivido perdura, un testimonio humilde de la increíble receta de la existencia.

2 pensamientos en “LA VIDA ES UN GUISO DE TRONCO”

  1. Guadalupe Elvira Blanco

    La vida es un guiso de tronco.Lo que comemos tiene una gran influencia en nuestro proceso de vida,la alquimia silenciosa del tiempo en esa cocción lenta de tres horas nos invitan a llevar nuestros procesos de vida de forma lenta y armoniosa, el esfuerzo genera el calor y la pasión , comparable al fuego que nos moldea, consumiendo lo superficial para revelar lo esencial, manejar las emociones resultantes en este proceso de vida, con una nueva disciplina que nos lleve a un enfoque real en la interacción de las estructuras personales que nos permitan actuar en nuestro entorno.El cocimiento lento y seguro enfatiza el sabor y nos permite saborear un buen guiso. Aprender a utilizar las emociones a nuestro favor le da sabor a la vida. Una receta para cada día, recetas fáciles paso a paso. Dice un refrán:”Que el buen alimento hace el buen entendimiento”. Gracias Francis por este hermoso relato y que nos invitas a reflexionar . Saludos.

  2. Guadalupe Elvira Blanco

    Gracias por compartir, hermosa infancia, que te llenaron de tantas emociones que fueron moldeando al ser que eres y que compartes .Ernest Rossi en la psicobiologia de la expresión genética:”Nuestros estados mentales subjetivos , nuestro comportamiento motivado conscientemente y nuestra percepción del libre albedrío pueden modular la expresión genética para optimizar la salud o cualquier cosa posible que queramos mejorar en nuestra vida exterior” Gracias Francis.

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