LA VIDA SON DOS DIAS…Y UNO LLUEVE
Por Francis Berti
La vida son dos días…Y uno Llueve. No abras los labios si lo que vas a decir es mas que el silencio. El arte es saber detenerte. Si no piensas el espacio siempre es pobre. (La Brevedad y la Precipitación)
La Brevedad y la Precipitación
La vida son dos días…Y uno llueve.
- Filosofía/Ontología Perversa: La frase encapsula la futilidad de la existencia, no como una metáfora, sino como una premisa contable absurda. Si la vida se reduce a “dos días,” el hecho de que uno “llueva” no es mala suerte, sino la prueba ontológica de que la felicidad es estadísticamente imposible. La lluvia, aquí, no es tristeza; es la condición necesaria de la vida. El único día “bueno” existe para que el día lluvioso tenga un contraste que justifique la miseria. Es el sentido común perverso que acepta la desdicha como 50% de su ser.
- Abstracción de lo Ridículo: Lo ridículo es la precisión temporal. ¿Por qué dos días y no trescientos sesenta y cinco? La abstracción reside en la ridiculización de la esperanza. Es la negación de la vida larga y plena. Eres un calendario de dos páginas, y la segunda ya está manchada. Y el problema es que, en el primer día, ya estás obsesionado con el pronóstico del segundo.
No abras los labios si lo que vas a decir es más que el silencio.
- Filosofía/Ontología Perversa: El silencio no es la ausencia de sonido; es la medida absoluta de la verdad. La ontología perversa dicta que cualquier vocalización, por definición, disminuye la realidad. El pensamiento (o la no-palabra) es superior al acto (el discurso). Abrir los labios no es un riesgo de error, es una traición metafísica al estado puro. Es la condena del lenguaje.
- Abstracción de lo Ridículo: La imposibilidad práctica. El ridículo es intentar pesar las palabras. ¿Cómo mides que tu frase pesa más que el silencio? ¿En decibelios de vacío? El resultado es una parálisis del habla, donde todo potencial diálogo se ahoga en el juicio de la propia trivialidad. El único discurso válido es la anulación del discurso.
El arte es saber detenerte.
- Filosofía/Ontología Perversa: Esta máxima destruye la idea de creación. El verdadero acto estético no es la pincelada o la nota, sino la abstención. El arte no es hacer; es impedir. La obra maestra es el vacío perfecto dejado por la interrupción. El “detenerte” es la única manera de que la acción no corrompa la idea sublime. La obra es la potencialidad intacta.
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- Abstracción de lo Ridículo: El ridículo de la obra no-realizada. Imagina al escultor que se detiene antes del primer golpe de cincel, y declara esa abstención como su Magnum Opus. La belleza reside en el objeto que pudo haber sido feo. Es un autoengaño sublime: evitar el fracaso mediante la negación de la ejecución.
Si no piensas el espacio siempre es pobre.
- Filosofía/Ontología Perversa: El espacio, en esta concepción, no existe por sus dimensiones físicas (largo, ancho, alto), sino por su carga cognitiva. Un lugar no es real o significativo si no ha sido contaminado por la mente. La “pobreza” del espacio es su inocencia ontológica. El mundo solo adquiere valor cuando es interpretado, es decir, distorsionado por el pensamiento.
- Abstracción de lo Ridículo: La arrogancia intelectual. El ridículo es creer que un desierto o un océano son inherentemente pobres hasta que un humano pasa y les aplica un concepto. El universo espera, con las manos en la cintura, a que el sujeto pensante lo valide. El peor castigo para la materia es la indiferencia de la conciencia.
La Verdad como Enfermedad
La vida son dos días…Y uno llueve. No abras los labios si lo que vas a decir es más que el silencio. El arte es saber detenerte. Si no piensas el espacio siempre es pobre.
La verdad es una enfermedad autoinmune del espíritu. Es la mentira que se dice a sí misma que es el final del camino, cuando en realidad es el precipicio. Buscarla es la tontería más grande que ha inventado el mamífero bípedo.
La verdad tiene el mismo valor que un billete falso en un país que no existe.
- Filosofía/Ontología Perversa: La verdad, para ser real, exige un sistema de validación (el “país que no existe”). Al no existir ese marco, la verdad es intrínsecamente inútil, una moneda que no circula. Su valor es puramente promesa, no realidad. La ontología perversa nos dice que lo real es lo que funciona, y dado que la verdad a menudo paraliza o duele, no es funcional. Es mejor la mentira operativa que la verdad inerte. La búsqueda de la verdad es, por tanto, una evasión de la realidad.
- Abstracción de lo Ridículo: El ridículo está en la transacción. La gente se mata por esa verdad, la guarda bajo llave, la predica, pero si no se puede cambiar por un pan o por una hora de sueño, ¿de qué sirve? Es el coleccionismo patológico de lo intangible. La verdad, en su forma más abstracta, es la ilusión del valor en el mercado de las ideas.
Solo se llega a la verdad cuando ya no queda nadie para escucharla, ni para negarla.
Filosofía/Ontología Perversa: La verdad es un fenómeno puramente solipsista y póstumo. Para que la verdad sea verdadera, no debe estar sometida al juicio de otros. La existencia de un testigo (o un negador) contamina la pureza del hecho. Por lo tanto, el estado ontológico más alto de la verdad es el silencio absoluto,
- que solo se consigue en la soledad final. La verdad es la última palabra en una conversación que terminó hace siglos.
- Abstracción de lo Ridículo: El ridículo de la meta absurda. El sabio pasa toda su vida luchando por la verdad, solo para alcanzarla en el momento exacto en que ya no tiene un medio físico para registrarla o compartirla. El propósito de la verdad es su no-comunicación. Se convierte en un chiste privado del universo, contado a un cadáver.
La mitad de la verdad es siempre más cómoda que el todo; y el todo, es solo una fracción mal contada.
- Filosofía/Ontología Perversa: La verdad completa no solo es inalcanzable, sino que es una ilusión numérica. No existe un “todo” en lo referente a la verdad, solo una serie infinita de “mitades” mal ensambladas. La comodidad no es un defecto moral, sino una necesidad ontológica para la supervivencia. Si tuvieras el “todo,” la mente colapsaría. Por lo tanto, la función del ser es vivir en la conveniente y sabia ignorancia fraccionada.
- Abstracción de lo Ridículo: El ridículo del contador cósmico. Hay alguien, o algo, que se dedica a contar las fracciones de la verdad, y siempre se equivoca. El universo se basa en un error aritmético. Y nosotros, con nuestra pequeña porción, creemos haber encontrado el resultado final. Es la arrogancia del que tiene el uno, convencido de que tiene el cien.
La vida se vive desde adentro,nos adecuamos a la conformidad entre lo que se manifiesta y lo que se experimenta, sin verificar lo que ocurre realmente, dando por aceptado este principio por un grupo, la prisa o rapidez con la que se actúa , nos expone a resultados imperfectos y desfavorables.Buscamos el logro de una realización, no solo ajustes, tu autenticidad es suficiente para vivir la vida desde tu verdad,, sin miedos, sin
disfraces., aunque sean sólo dos dias y uno llueva.Excelente reflexion,Gracias FRANCiS.