Ir al contenido

LOS CARACOLES NO USAN RELOJ

LOS CARACOLES NO USAN RELOJ

Por Francis Berti

Debiéramos aprender de ellos, un mundo de ruidosos silencios don construyen dejando señales plateadas brillanticas que nos dicen; ¿Ves?, he pasado, recorrido sin tiempo. En los lugares mas insólitos y sin reloj que les cargue la realidad de nadie.

 

Debiéramos aprender de ellos, un mundo de ruidosos silencios don construyen dejando señales plateadas brillanticas que nos dicen; ¿Ves?, he pasado, recorrido sin tiempo. En los lugares más insólitos y sin reloj que les cargue la realidad de nadie. Debían ser como los muñecos que buscan muros cubiertos de rejas que les permitan explorar el suelo que aún no había bajado de tierra. Son escrituras construidas en un trabajo eficiente de brecha entre quienes pretenden alucinarse y el espíritu frío que une a la ola que nos rodea para romper las convicciones.

 

Estos son los zapatos de los acérrimos índigos caracolitos; los mismos ojos que contemplan rifas de gato en la montaña. Porque esto nace de un tiempo, ya sea luego o antes de que se hallaban en el clavo de los tapiales y susurran: válidos, válido, válido que estará bien, todo está bien. Nunca se comprende la diferencia entre lo que sucede dentro y lo que pasa dentro de una escalera. Lo que sucede dentro y lo que pasa dentro de una escalera no es lo mismo, cuando pasa dentro de una escalera, pasa por estar estancado. Se llama complejo.

 

Entre ese impreciso gato, que no ve en las tapas que se disipan con desesperación, y el punto piso que sin palabras nos abre nos proporciona una aventura, están los abrigos en rojo. Es más, aquí está prohibido hacer distintas imágenes de esos caracoles sin reloj que, en un juego de vestuarios y viajes alternativos, colocan la ventana y no permiten que pasen las manos que buscan un semáforo escolar. Está prohibido mirar y no reaccionar a los cortes de paredes, a los sombreros, a las clases o a la oposición a la planificación del propósito más preciso y concreto.

 

En medio de los zapatos de los índigos caracolitos y de la nada (un cajón, la boquera o la lata) comienza una película en directo en los pies de los que arremeten las trompetas, y acompañados ríen de romper barreras y de que deje pasar la nada. Es una vez más el beso al láser. Él, reemplazante, se levanta para cometer otra de sus acciones únicas; el roce, el desafío y el encontró. No hay límites ni estáticas que pudieran protegerlo, aunque no lo crean. Solo hay reglas, como, por ejemplo, que solo puede aplicarse y decir una palabra en la oscuridad. De nada sirve decirle que lo único que importa es lo más cerca, que nada más le importa que el metro. Aunque no queremos algo más que no tiene nada que ver con el silencio. No temas.

 

A esto se levanta otra escena, y en ella la personalidad inserta se respira en silencio. Aparece una lámpara, como si aunque no hay soporte público, tenga respuesta con una palabra.

 

De no mediar aunque se aplique una rama de reemplazo de rojo, esta lámpara se va.

 

Y a pesar de que estamos lejos de nada, aunque estamos con la complicación de manos frágiles y asfixiantes y los sonidos, esto no tiene nada que ver con el silencio de la profecía, no se trata de estar tímidamente bajo la luz. El silencio es el sonido de la cuna, que nos daba el lápiz. Y el lápiz la servía no sólo para la escritura, sino también para la respuesta.

 

Estos caracoles que no usan reloj ya nos han dado las respuestas; como, donde y cuando y nos muestran como balancearnos sin relojes.

 

 

 

1 pensamiento en “LOS CARACOLES NO USAN RELOJ”

  1. Los caracoles no usan reloj. No se complican la vida., no cargan la realidad de nadie, en su caminar uniforme van dejando señales plateadas brillanticas.Npsotros somos esclavos del tiempo, nos movemos en un ámbito abstracto, en referencia al
    Cual se sitúan los instantes para integrar la experiencia, la cual no va de acuerdo a la realidad de lo que sucede en el exterior, nos estancamos, al no participar, no actuar y nos llenamos de complejos.Estos caracoles que no usan reloj, nos han dado la respuesta, como, donde y cuando nos muestran, cómo balancearnos sin relojes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *