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ONLY THE LITTLE DETAILS 60

Si tu juego es un viaje, no destruyas tu juego para disfrutar, es un excelente disparador del freno que debemos apretar y no solo en un viaje, en nuestra simple y cotidiana vida de mortales. Siempre aplicando una aceleración en las conversaciones pisoteando y apocopando cada frase como si habláramos en pictogramas egipcios, dejamos sin terminar conversaciones que nos hubieran revelado nuestras dudas existenciales, por inexistentes que fueran nuestras dudas y hasta destruimos por jugar a disfrutar aquellos afectos y aquellos seres que nos iban revelando el camino.

Debemos pedalear lento, disfrutar el trayecto y ver el paisaje. No te aferres a los goznes de la vida, déjate arrastrar por ella. Es bueno provocar una reflexión, pero es mejor ser uno mismo y soltar alguna carcajada, porque una carcajada es una reflexión y una reflexión es una carcajada…Debemos pedalear lento, disfrutar el trayecto y ver el paisaje. Dejarse llevar por los pasos de la vida y no por sus emociones, porque en esta vida, todo son emociones y esas emociones a veces es más fuerte que la vida y que a su vez las sufre.

Cuando partimos en un viaje hacia otro lugar, pocos veces reparamos en el trayecto, pareciera que el camino a recorrer es un estorbo, es una maldición que nos impone el vernos obligados a pasar por ese sitio, pero si nos detenemos un momento y observamos con atención, el camino puede ser muchas cosas. El trayecto de nuestra vida está lleno de experiencias, de encuentros y desencuentros, de situaciones que nos hacen reír o llorar. Todo eso forma parte del camino que hemos elegido recorrer en nuestra vida. En el trayecto de nuestra vida, no hay un camino que sea mejor o peor. Cada uno es diferente y cada uno tiene sus propias características.

Todos los trayectos son iguales en el sentido de que son diferentes, pero a la vez todos los trayectos tienen algo en común: el viaje es una parte importante. No hay nada más hermoso que poder disfruta, y para poder hacerlo debemos aprender a disfrutar del camino que nos lleva hasta nuestro destino. El trayecto es parte, no podemos despreciarlo, es un trayecto en el cual debemos decidir cuál camino llevar, si queremos seguir adelante o retroceder. Debe haber en nuestro corazón la certeza de que todo saldrá bien a pesar que algunas veces las situaciones puedan parecer difíciles; muchas son nuestras promesas para lograr lo correcto y por medio de ellas podemos encontrar el significado verdadero del camino.

Detenernos no es perder el tren de la vida, es disfrutar de la estaciones, de sus pasajeros, de sus rostros, de sus valijas, del esfuerzo por subir una escalerilla. En definitiva rompemos nuestros juguetes para disfrutar solamente de la llegada triunfante donde no conocemos a nadie, no nos espera nadie y lo primero que se nos ocurre preguntar es “¿Que es este lugar?” “¿Como se llama ese lugar?” nos convertimos constantemente por voluntad propia en un juguete rabioso, diría Roberto Arlt.

Y la rabia solo es espuma, palabras con espuma, palabras con letras entremezcladas que nada dicen. Debemos pedalear lento, disfrutar el trayecto y ver el paisaje. Dejarse llevar por los pasos de la vida y no por sus emociones, porque en esta vida, todo son emociones y esas emociones a veces es más fuerte que la vida y que a su vez las sufre.

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