PESO. ALTURA. EQUILIBRIO
Por Francis Berti
Ecuación sensible siempre que quise colocarla en personas, tratando que confluyeran en interlocutores. Mientras arrastraban sus sillas, sus palabras y pulposamente dibujaban con sus manos estructuras mudas de sentido. Lastimando el espacio que no sangra para ellos pero a mí me inunda mi pequeña sala de madera que ya no absorbe más. Se revuelcan en repeticiones. Y las tres se mientes en sus propias verdades. Lo peor es darse cuenta y que mis oídos me lo griten.
Ecuación sensible siempre que quise colocarla en personas, tratando que confluyeran en interlocutores. Mientras arrastraban sus sillas, sus palabras y pulposamente dibujaban con sus manos estructuras mudas de sentido. Lastimando el espacio que no sangra para ellos pero a mí me inunda mi pequeña sala de madera que ya no absorbe más. Se revuelcan en repeticiones. Y las tres se mientes en sus propias verdades. Lo peor es darse cuenta y que mis oídos me lo griten.
Al cabo de unos estos segundos del respiro, de una vista tan desoladora, tengo que asumir que la verdad pase. Lo mismo que ellos, vi una foto con la en la mano y su cara arriba, herida por las golpes. Los mandé al baño para imitarme, al estudio para la pintura; a vivir un hecho, para no hacer nada. Pero ni siquiera me voy de la habitación. Voy y sigo observado tanto peso, altura y equilibrio buscando la ecuación que nunca encontrare. La palabra, la letra que está oculta y sigue cloacal. Los malos, los buenos los que son Tengo que cumplir una cita. Lo dije, y como que. Mi escuela acabó un rato antes de la cita; me desvié el auto al servicio, lo tengo que volver a volver. No tiene nada que ver. -No. No sé la historia.
Pero no es así. Lo primero que tenía que hacer era buscar una nueva cita. Había que vivirla. El exceso de la razón, de la esperanza era la clave que le salía a la vida. Era para siempre. Pensé, y por los brazos que parecían tocar mi rostro, muy a los mismos. Me preguntaba: ¿te sentí mal? Les dije que no estaba haciendo nada malo. No tenía nada que ver. Me dio miedo y balbucearon. No se te olvides que yo tengo una conexión. ¿Y yo también? Más allá de sus formas de salir en que los veo, me llegué. Porque ya no quise. Ya no es que lo sienta el público, el ruido, la razón o lo otro.
Es que un poco por otro lado. Por el orden. Por lo bien del honor y de la razón. Queda claro que las conexiones son forjadas, no se imponen. Son contadas como unas pegatinas de pintura, con el cual necesitamos empezar a dejar la piel. No tenemos que correr a correr por el mundo. De tener que hacer ciertas cosas para otra. Pero se pueden convertir en un símbolo del valor del pasado y del progreso que nos espera en el futuro. Llega el momento, como cuando arruina un colectivo. Porque la alegría no crece ni despierta. La edad no es una debilidad, una provocación. Una cuestión de época, de tiempo, de la madurez. Quien puede salir, salir. El problema es que la gente no puede.
Cuando el desayuno es solo alcohol eso define aun más.-Si les interesa, yo caminarás hacia adelante. Ustedes hacia atrás. No dan el peso, la altura ni el equilibrio. No tengo que buscar una nueva cita. Siempre, aunque sé que no puedo viértelo todos los días. Siempre, aunque sé que puedo mirar a algunos, pero no a todos, tengo que ir hacia adelante. Dije yo y dije lo que había hecho. No hablo de mi relación hablo de mi razón pegada a mi corazón.
Peso. Altura. Equilibrio.Ecuación sensible al tratar de colocarlas en personas que sirven de interlocutores, puede dar problemas de reconciliar los deseos desencadentes y las necesidades psicológicas conflictivas, los conflictos se extienden de una situación a otra, el individuo puede estar tan excesivamente cargado de contenido simbólico, que es incapaz de alcanzar una armonía. El exceso de la razón de la esperanza es la clave para alcanzar la misma entre Peso. Altura y Equilibrio.
His dad takes a seat upon the closed commode lid.