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SEÑALETICA IMPROVISADA

OSGOOD, VOY A SERTE SINCERA. NO PODEMOS CASARNOS. ¿POR QUÉ NO? PARA EMPEZAR, NO SOY RUBIA NATURAL. NO IMPORTA. FUMO, FUMO MUCHO. ME DA IGUAL. TENGO UN PASADO HORRIBLE, LLEVO TRES AÑOS VIVIENDO COMO UN SAXOFONISTA. TE PERDONO. Y JAMÁS PODRÉ TENER HIJOS. PODEMOS ADOPTARLOS. ES QUE NO LO ENTIENDES, OSGOOD, SOY UN HOMBRE. BUENO, NADIE ES PERFECTO. “Con faldas y a lo loco” (1959) de Billy Wilder

Hace unos diez años en mi ciudad habían designado como director de señaletica a un personaje que se enamoro hasta el paroxismo de sus carteles de señalización de calles y transito que se le apodo “la rotonda” porque era imposible salir de semejante berenjenal que había producido. Encerrado en esa rotonda de sin salida los conductores nunca sabían que les iba a deparar el día siguiente, cambiaba de manera aleatoria y sin sentido las manos de las calles en forma compulsiva, como trampas en la nieva siempre eras atrapado por los agentes de tránsito cual cazadores furtivos acechaban detrás de cada cartel plantado hace unos minutos.

Manos y contramano, se transformaban como cambios bruscos de un vendaval humano de improvisación y un juego perverso en el que extinguían para siempre el principio darwiniano de adaptación, no había margen, todos los días una nueva dirección te llevaba a donde no querías ir.

Así como este personaje desquiciado, vaya uno a saber porque intrincado pasado de desubicación temporal, nos traslado sus frustraciones a toda una sociedad.

Hoy día como un deja vu la societatiis argentina mira absorta la misma improvisación de carteleria absurda de cambios señaleticos al despertar cada día. Hasta una guerra es más concreta y predecible en toda su extensión, por lo trágica que esta parezca por lo menos podemos elegir y accedemos a nuestra proa determinación. La olla se está calentando y ha empezado a dar sus primeros hervores y ¿Qué sucede cuando comienza a rebalsar por su temperatura? Se derrama y rápidamente cae sobre el fuego sagrado de los iluminados y lo apaga, definitivamente lo transforma en cenizas frías y todo vuelve a su estado natural.

No estoy pidiendo héroes ontológicos que estudien las relaciones entre los entes o la relación entre un acto y sus participantes. No, ya no los hay. Solo les pido que nos dejen decidir sobre nuestros miedos y como manejarlos, porque los miedos son personalísimos, y si quienes conducen los destinos nos quieren adosar los suyos, no me interesan, no los quiero, porque no hay un miedo colectivo aunque quieran imponerlo, hay una comunicación miedosa y una parálisis cerebral de los gobernantes, quizás la sociedad pueda ayudarlos esta vez y no al revés. Como decía Osgood en aquel dialogo de aquella película…Nadie es perfecto.

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