Nos encontró la conversación del pasado, los recuerdos infinitesimales. Las horas transcurrían delgadas y se escurrían los segundos interminables de mirarse y reflejarse en las sepias fotografías que el aire representaban todos nuestros roces sin heridas. Imágenes palpables de nosotros en nosotros. El abrazo fue inevitable, sentí cuando comenzó, luego no supe mas nada. Veníamos de un interminable invierno afectivo, aunque ello no fue la excusa, solo comenzó. Las temperaturas corporales se nivelaron, se unificaron. Solo en algún sector de nuestro continente la línea roja mercurial se elevo sobre la media. Y mientras el abrazo se fundía sin palabras, le susurre, ¬ avísame cuando te humedezcas, solo entonces bajare a beber¬. Ya es hora que bajes-Me dijo. Me deslice por sus escalerillas sin escalones, retirando las alfombras que una sobre otra cubrían el camino. Nada termino, todo empezó. Ella me dijo¬ Solo pensé en dátiles, en higos y en damascos, mi mente se empalago de esos sabores cuando mi boca se abrió para beber contigo¬ Todo el bar nos está mirando, no la gente. Solo el bar nos reconoció después de tantos y tantos años. Era el único mensaje que necesitábamos para continuar conversando…estando…conversando. Ad integrum. Completar.