Si vas a comenzar a amarme, el inicio se convertirá en el tono prevalente. Tendrá los matices que el transcurso determine. No insistas en cambiar el color, será imposible. El amor no es la suma de cambios de pintura en una pared, que como capa sobre capa se van secando engrosando una construcción ficticia que un día se resquebraja y deja a las finas capas secas de un esfuerzo vano por cambiar al otro.
Muchas veces nos convertimos en discapacitados en el amor. Creemos que las experiencias de viajes anteriores por e mismo rio de os afectos, es igual siempre. No aprendimos nada. El amor no es como andar en bicicleta, cada amor que se nos cruza es tan diferente que las experiencias anteriores no tienen valor, no tienen repercusión y ni siquiera deberíamos guardar aquellas experiencias.
Quizás, tal vez, debiéramos estar muy atentos a la imperceptible sensación de brillo, pequeñísimos destellos de placer estático junto al otro sin siquiera tocarlo. Ello, esta tan cerca de ser amor que muchas veces no nos damos cuenta. No anotamos no notamos. La urgencia afectiis destruye el efecto del afecto. Verdadero iniciador del amor.
Si vas a comenzar a amarme, deja las muletas de muletillas, abandona la comodidad de los sillones con ruedas, desiste de los auriculares con música que nada tienen que ver con la obertura del amor. Si vas a comenzar a amarme, no mires lo que me rodea, rodéame, rodéame sin pronunciar la palabra aceptar. El amor no acepta, el amor es. Si vas a comenzar a amarme no te preguntaras nada. Solo lo harás.
La discapacidad de amar solo conducirá al tiempo de las perdidas. Al tiempo de relleno de interrogantes difusos y repuestos amontonados en un basural de recuerdos fugases. Solo andamos desnudos y el amor simplemente como un barniz transparente que deja ver de nosotros siempre, nos viste.