Ir al contenido

DEVOLUCION DEL TONPILLO

DEVOLUCION DEL TOMPILLO

por Francis Berti

¿Somos unos necios? ¿Transitamos por los barros interminables de quejosos buenaventuras? ¿Qué me hizo lo que me hizo porque no me tardo un poquito más, solo un poquito más? Y ahora el vendaval de magdalenas que perfuman la azalea, cuantos diminutos espacios de mis zapatos en el caminar solo en mí. Y ahora los que tenemos y los que perdí por la impaciencia? ¡Te devengo un tontillo! ¿Por la tontería de echarme estos perros? ¿estás sin pensar? Give me Something, ¿Dame algo? No con un trueno ni una voz celestial. Respondió con la llegada de un cartero minúsculo, no más grande que mi pulgar, que apareció de pronto sentado en la azalea. Tenía un uniforme de lino impecable, y su minúsculo rostro reflejaba una seriedad burocrática aterradora.

CARTERO DIMINUTO: (Su voz era un chillido de papel seco, pero perfectamente audible). Presente. He venido a efectuar la devolución de lo solicitado. El Absurdo, a través del Departamento de Causalidades Innecesarias, ha procesado su solicitud: “¡Te devengo un tontillo!”. Aquí tiene su reembolso.

(El cartero sacó de su diminuto bolso de cuero un objeto. Era una pieza de tela, suave y antigua, cosida con hebras de diferentes colores, que de alguna manera lograba ser completamente gris. Era un “tontillo” – la capucha o gorro que usaban los bobos y bufones en la corte.)

CARTERO DIMINUTO: Esto es lo que usted devengó al reconocer la tontería de su acción. No es un castigo; es un accesorio ontológico. Lo que perdió por la impaciencia es irrecuperable (la Causalidad prohíbe las demoras inversas), pero la esencia de la tontería que la causó le pertenece. Úselo con la dignidad que corresponde a un necio que ha comprendido su propia necedad.

(El cartero desapareció tan rápidamente como había llegado, dejando la capucha de bufón —el tontillo— sobre la azalea perfumada por las magdalenas.)

El objeto era absurdo, trivial y totalmente real. No respondía a la pregunta de por qué la impaciencia, pero respondía a la pregunta qué se había ganado con el arrepentimiento: la personificación de la propia estupidez. Me quedé allí, solo en mi caminar, con el corazón aún quebrantado, sosteniendo el “tontillo”  que olía a incienso y naftalina. La súplica “Give me Something” había sido respondida. No me habían dado la paz, ni la oportunidad perdida, ni una buena ventura. Me habían dado un símbolo ineludible de mi propia necedad.

 

1 pensamiento en “DEVOLUCION DEL TONPILLO”

  1. La demostración
    de poca inteligencia, en la memoria emocional, hacen que los recuerdos se desvanezcan con los años sin dejar rastro.En las oportunidades perdidas por la impaciencia. me hicieron comprender mi propia necedad, en el departamento de las causalidades, devolví el tontillo que al cubrir mi cabeza, obnubilaba mi
    Mente y solicite algo a cambio , no recupere la paz, ni la oportunidad perdida, me dieron un símbolo ineludible de mi propia necedad, a través de la razón, simple y profunda a la vez., para determinar tu presente y formar parte de tu historia.Gran análisis de nuestro proceder a través de nuestras acciones. Gracias

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *