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FRACIS BERTI TEATRO (OBRA N° 5)

TEATRO EN UN SOLO ACTO

Por Francis Berti

SINESTESIA EN ANTITESIS

ESCENARIO: Un espacio coadyuvante y fluido, que cambia de color y forma según las emociones de los personajes, pero que ninguno de los dos logra reconocer o habitar del todo. Hay dos puntos focales que se oponen: una luz cálida y difusa en un extremo y una sombra profunda y geométrica en el otro. En el centro, sobre un pedestal improvisado, hay un cigarro hecho a mano, encendido. Del cigarro emana un humo denso que se mueve con una vida propia.

PERSONAJES:

  • LA SINESTESIA: (Su vestuario es una mezcla de texturas y colores que no combinan, pero que de alguna forma se sienten. Se mueve por la luz cálida, tocando el aire como si fuera una partitura. Su voz es melódica, cambiando de tono como un color.)
  • LA ANTÍTESIS: (Su vestuario es de un solo tono, monocromático, con líneas puras y un corte preciso. Se asienta en la sombra, sus gestos son exactos y pausados. Su voz es profunda, con una cadencia lógica y bien marcada.)
  • EL CIGARRO: (No es una persona, sino una entidad hecha de humo y palabra. Su voz es áspera, casi ronca, como el raspado de un fósforo. Habla a través del humo que se esparce, y sus palabras se desvanecen tan rápido como su sustancia.)

 

(Al levantarse el telón, LA SINESTESIA está en su espacio, con los ojos cerrados. Parece estar escuchando un color. LA ANTÍTESIS permanece inmóvil en su sombra, observándola con una quietud que desafía la fluidez del escenario. En el centro, el cigarro humea con un ritmo constante.)

 

LA SINESTESIA: (Con los ojos aún cerrados, su voz es un murmullo suave y cálido) Siento el sabor agridulce del amarillo. El eco de un piano de cola en mi piel. ¿No lo notas? Es… la soledad del terciopelo.

LA ANTÍTESIS: (Sin moverse, su voz es un golpe de realidad, un eco seco) Me desconcierta tu caos. El amarillo es un color primario, no un sabor. Un piano es un instrumento, no una textura. Lo que llamas soledad, yo lo llamo ausencia de estímulo. Son entidades separadas, La Sinestesia. Tú las fusionas en un acto de desesperación emocional, buscando coherencia en un sistema que no existe.

LA SINESTESIA: (Abre los ojos y mira hacia el vacío, no a ella. Una pequeña risa se le escapa, como un hilo de seda) ¿Desesperación? ¿O plenitud? El mundo no es una lista de categorías separadas. La conciencia no es una biblioteca. Mis sentidos son vasos comunicantes, y mi verdad se encuentra en el punto donde se derraman unos sobre otros. La conmoción de sentirlo todo a la vez. Tu “orden” es la parálisis del alma. ¿Acaso no te cansas de ver los límites que tú misma trazas?

LA ANTÍTESIS: (Da un paso, y la sombra que la rodea se expande, como si su presencia la hiciera crecer) El límite es lo que define. Lo que te hace ser. Sin un contraste, ¿qué eres? Un desborde sin forma. Mi lógica no es parálisis, es estructura. Es el hueso que le da soporte a la carne que dices sentir. Tú te crees libre por ser un torrente, pero ¿qué hace un río sin orillas? Se desparrama, se pierde, no llega a ningún mar. Yo soy la orilla, La Sinestesia.

LA SINESTESIA: (Empieza a moverse hacia la línea divisoria de la luz y la sombra, sus pasos son ligeros) La orilla… o la muralla. La obsesión por el fin. Mi bifurcación no es una tragedia, es un acto de creación. Un camino que se abre donde tú solo ves un precipicio. Y es en ese precipicio donde se revela lo verdaderamente humano: la capacidad de sentir un dolor tan profundo que huele a tierra mojada, o una alegría tan intensa que se ve de color turquesa. No son límites, son lazos íntimos de la conciencia que tú te niegas a reconocer. ¿Cómo puedes vivir en un mundo de blanco y negro, cuando el alma está hecha de una paleta infinita?

LA ANTÍTESIS: (Se detiene en la línea de la sombra, negándose a cruzarla. Sus ojos fijos en La Sinestesia) El alma no tiene colores. El alma tiene acciones y consecuencias. Mi mundo no es blanco y negro, es causa y efecto. Tu “paleta infinita” es el ruido que te impide escuchar la verdad. El único lazo íntimo es el que se forma al elegir una cosa y no la otra. Tu incapacidad para elegir es la fuente de tu caos.

(Un silencio tenso se instala en el escenario. Las luces del lugar parpadean, reflejando el conflicto interno de ambos personajes. El espacio coadyuvante se vuelve un campo de batalla entre la luz y la sombra. La Sinestesia y La Antítesis se miran a través de la línea, entendiendo y rechazando al mismo tiempo la esencia del otro.)

LA SINESTESIA: (Con los ojos aún cerrados, su voz es un murmullo suave y cálido) Siento el sabor agridulce del amarillo. El eco de un piano de cola en mi piel. ¿No lo notas? Es… la soledad del terciopelo.

LA ANTÍTESIS: (Sin moverse, su voz es un golpe de realidad, un eco seco) Me desconcierta tu caos. El amarillo es un color primario, no un sabor. Un piano es un instrumento, no una textura. Lo que llamas soledad, yo lo llamo ausencia de estímulo. Son entidades separadas, La Sinestesia. Tú las fusionas en un acto de desesperación emocional, buscando coherencia en un sistema que no existe.

(El humo del cigarro se eleva, formando una espiral que se interpone entre ambas. La voz áspera de EL CIGARRO las envuelve.)

EL CIGARRO: (Con voz ronca y cadenciosa, el humo se detiene un instante antes de seguir su curso) Desesperación, dices. Coherencia, te corriges. Lo que ella llama

soledad del terciopelo, yo lo llamo la memoria del calor fugaz. Y lo que tú llamas ausencia de estímulo, es el silencio que antecede a la bocanada. ¿Quién de las dos posee la verdad? (Una pequeña pausa, el humo se hace más denso) El sofisma está en la definición, no en el sentir.

LA SINESTESIA: (Abre los ojos y mira hacia el humo, sus ojos brillando con una nueva emoción) ¡Lo entiendes! Mi verdad no es una categoría, es la sensación de la ceniza que se desliza entre los dedos. El dolor que huele a nicotina y sabe a despedida. Mis lazos íntimos no son los de la lógica, sino los de la conciencia que arde y se consume a un ritmo lento y inevitable. ¿No es eso acaso la vida? Un cigarro encendido.

LA ANTÍTESIS: (El humo la irrita, su voz se vuelve más filosa, más precisa) No. La vida es la estructura que resiste al fuego. Lo que arde se desvanece. El dolor es el resultado lógico de la pérdida. Tu “conciencia” es la incapacidad de ver el final obvio. Ese cigarro… (señala con un gesto seco) es una antítesis en sí mismo: un acto de placer que te consume. Tú te deleitas en el proceso de tu propia aniquilación. Yo me defino por lo que queda cuando el humo se ha ido.

EL CIGARRO: (El humo baila entre ellas, un mediador volátil) ¿Qué queda? ¿Un filtro? ¿Una ceniza que el viento dispersa? Qué poética tu negación, Antítesis. La ontología del final es tan frágil como la de un inicio. La verdad es que ambos me necesitan. La Sinestesia me usa para sentir lo que no puede nombrar. Tú me usas para demostrar un final que no puedes evitar. Mi valor no está en mi sustancia, sino en la tensión que genero entre sus opuestos. Soy la excusa perfecta para que ambas existan en este espacio.

LA SINESTESIA: (Una tristeza genuina se instala en su voz, la luz que la rodea se opaca ligeramente) ¿Entonces somos solo una excusa? ¿Un medio para un fin? ¿No somos… realmente?

LA ANTÍTESIS: (Una pequeña victoria en su voz, una anticrisis emocional de confirmación) ¡Exacto! Somos conceptos. Somos abstracciones. Mi función es la de la oposición, la tuya es la de la conjunción. Este cigarro… (mira el humo con un desprecio lógico) es un sofisma hecho de humo. Te hace creer que lo intangible es real. Nos hace creer que podemos dialogar. Pero al final, el humo desaparece y la verdad es que yo tengo razón.

(El cigarro, de repente, se apaga. Un silencio absoluto inunda el escenario. La luz y la sombra se detienen, estáticas. La Sinestesia y La Antítesis se miran, desorientadas por la repentina ausencia de mediador. El humo se disuelve por completo, y la voz de El Cigarro se escucha por última vez, como un eco lejano.)

EL CIGARRO: (Voz apagada, desde la nada) O no.

(Oscuro.)

(En la oscuridad total, la voz de LA SINESTESIA se escucha, tenue y distante, como un eco de color.)

LA SINESTESIA: El aire de ahora huele a vacío, pero sabe a silencio… y eso es una melodía que nunca había oído.

(Unos segundos de silencio. La voz de LA ANTÍTESIS se proyecta, clara y fría, desde algún lugar de la oscuridad.)

LA ANTÍTESIS: La única melodía que hay, es el cese del ruido. Y esa, es la única verdad.

(Oscuro total.)

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