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LA LUZ

Cuando entre la luz estaré vestida de negro, para que esa energía infinita que espero quede atrapada en mi ropa, la entibie, la electrice en un interminable chisporroteo de esas estrellas que miro y nunca caen, nunca me atrapan y me llevan aunque sea por un rato y con un trato de calidez que extraño, a sentir ser única en lo único que importa; la amorosa compañía de quien solo susurra acompañar me.

Tendré que cortar los ojos y respirar hondo al continuar, y no disfrutar el frío que se conoce y te hace sentir vivo, al aguardo de tus nuevos abrigos y las manos que atraparán nuestro ánimo cuando sientas que no tenemos nada que olvidar de la oportunidad de vivir, vivir estos momentos que no se dan.

Lo único que despreciaré esta noche es lo que no puedo escuchar, escuchar, escuchar a tu voz, escuchar tu amor, escuchar, escuchar todas las palabras que vas a decir, escuchar tus palabras y esperar que no se dejen perdidas por las lágrimas del barco que nos está siguiendo.

Déjame por otro lado ese despiste que no se puede parar y aquel miedo que está alimentando el mío, no puedo más crecer al momento que siento de nuevo a ese tipo de ventana de recuerdos que me apasionan, me cuentan, me exigen algo con un frase que no me gusta y sigue repiqueteando cada vez con menos color..

Me necesito de voz, me necesito de palabra y el maquillaje que le van a traer aquel alfabeto que piensa de qué manera a través de que tengo claro es que no me visto en frente la pista. Me he vestido en el nombre, en el título de las canciones y en la antesala a alguien que realmente lo quiere, que le recomienda otra canción o le invita una clase de danza que no es la que tú quieres o estás dispuesta a otra forma de hacerlo.

No tengo la gran presión ni el estrés de terminar un montaje ni la ansiedad de lograr algo que ya no me interesa o por algo que no me gusta. Tengo la ventana de un lugar que merece otra mirada. Por ello no puedo esperar la respuesta que se haga en ese ambiente que atestigua los sentimientos, las emociones y las carencias en los cuerpos.

Las palabras que dicen en el exilio son lo mismo, por eso para los que he sido una esponja en los amores de mi vida, y no he dejado que nadie me haga daño. Tengo que saber en qué lugar estoy, no hay que dar nada a perder. Estoy segura de que estaré presente en cada ocasión. Pero llevar todo eso conmigo desde el comienzo, que no albergue mis inseguridades, que nunca jamás se vaya de aventuras y que nunca miento, no se va a encontrar en ese nivel, ya que yo no voy a unidades seguras porque soy una persona segura. Entonces sí, ¿sí? ¿Puedo quedarme? Puedo quedarme con la luz que ya entibio mis ropas y mi rostro iluminado.

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