LA SUBGERENCIA DEL VACÍO
Por Francis Berti
Dame paz que quilombos me sobran. En busca de la paz, de la más pequeña de las paces. Que se te acurruque como un hecho descomunal, de un regalo inesperado, de una voz perdida que te resuene en los tiempos, olvidados. ¿U olvidaré que llegué alguna paz y que los quilombos sigan en lluvia? Quizás pedir es demasiado, quizás ver es demasiado, y todo no fue nada, y la nada nunca existió, y todo una burrada de imaginación tan tonta como la que fue. Liberarse de pedidos tan tontos que ninguno existió.
Y fue justo en ese instante de liberación de pedidos tontos donde la verdad, tan simple y tan estúpida me golpeó en la frente. La Paz no es el antónimo del Quilombo. Son cómplices, dos caras de la misma moneda gastada y sin valor. Son, en esencia, subgerencias de la irracionalidad.
El Quilombo es la gestión activa de lo irracional. Exige tiempo, energía, dramas, llamadas, justificaciones, odios. Es el cuerpo de bomberos auto-empleado que se dedica a apagar incendios que él mismo encendió, solo para justificar su existencia y su sueldo emocional. Su función es crear una realidad dramática lo suficientemente ruidosa para que no escuches el eco hueco del interior.
Y la Paz, esa que busco con la desesperación de un náufrago pidiendo una toalla, es la gestión pasiva de lo mismo. Es el departamento de Recursos Humanos de la irracionalidad. Me promete un ascenso a un estado superior, una bonificación emocional, siempre y cuando logre liquidar los activos del Quilombo. Pero la Paz sigue necesitando del Quilombo para definirse y para ser deseada. Es un contrato donde el vacío se esconde detrás de la promesa de la serenidad.
Ambos son tan solo variables del Vacío por Llenar. El Vacío no necesita ser llenado. Simplemente es.”
Pero si todo no fue nada, y la nada nunca existió, entonces la única realidad es la burrada de la imaginación. Y si la imaginación es tonta, el único camino a la verdadera calma es la negligencia radical de dejar de gestionar. Dejar que la Paz se vaya a su departamento y que el Quilombo se ahogue en sus propios fuegos .Me levanté de la silla. No para hacer la paz, ni para desatar un quilombo más grande. Simplemente para dejar el puesto vacante en ambas subgerencias. El Vacío ya no se llenaría; sería reconocido y aceptado como la única verdad austera