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NO SOY UNA CONTINUIDAD

NO SOY UNA CONTINUIDAD

Por Francis Berti

 

A veces desearía subirme a un tren y continuar todo el día en el, que los enjambres de abejas madre (no reinas) solo madres. Entren y salgan del panal vagón, y apreciar el sinsabor, nada queda creciendo, lo mismo cuando empezó. Y seguir en el, recostado sobre la ventanilla de flojadez que repiquetea timbrando mis orejas…y terminar en el galpón de noche de las cocheras, donde mueren, duermen y son.

 

En pocas ocasiones he invitado a amigos y amigas a comer a mi casa. Es un acontecimiento que se ha ido desgastando por antonomasia y por anatomía del cuerpo humano. Y esta cosa de anatomías no siempre tiene que ver con la muerte de algún amigo o amiga, sino más bien por reglas. Si. Todo comenzó después de cumplir sesenta años y la continuidad de reuniones celebratorias de aniversarios reiterativos. A cada uno que iba de ellos las conversaciones habían virado inescrupulosamente hacia los interiores del envase humano.

 

Los temas recurrentes y recurridos por mí en cada exposición se hacían intolerables. Las mujeres solo hablaban de nietos, prolapsos, pies hinchados como berenjenas y la comida servida con receta médica. Los hombres, salvo algunos borrachines, se encaminaban en mostrar sus heridas corporales producidas en las batallas dormidas de los quirófanos. La vedet ya no era la de tetas grandes, la vedet de las charlas era la próstata…palabra hasta desagradable en estructura, en sonido y pronunciación. Y aunque siempre encontraba un viejo vagabundo conocido como yo en estas tertulias de electrodomésticos. El agotamiento intelectual comenzaba antes que el alcohol disipara semejante retrato barato de picnic en el campo.

 

Asi fue que determine dejar de ir, y si entraban a mi casa. Les advertía que esos tópicos los dejaran afuera, y con las puertas cerradas. Demás estas decirles que ya han olvidado venir, y digo olvidado arrojando un manto de piedad sobre ellos o sobre mí. Se rescataron muy pocos.  Suficientes total nos veremos del otro lado perder el tiempo hablando de la quejumbrosidad que nos llevaran sin mencionarlas al barquero. Dediquemos ese tiempo a sanar y recuperar la cordura cerebral  sin ejercicio y sin atención. RSVP.

 

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