SILENCIOS GRITONES (POEM) Dry Rain
Por Francis Berti
No, no no no… Cuando observo ese silencio gritón petrificado entre tus ojos y tu boca cerrada, se expande en mí las profundidades del océano. Millones de gotas de lluvia seca a por caer.
Y caen. Pero no hacen ruido. Son gotas de polvo, de vacío, que se estrellan contra mi piel sin mojarla. Se amontonan en la superficie, formando una capa que me hace sentir más pesado, más duro, más parecido a la piedra en la que te has convertido. Porque ese no es un silencio de calma. Es un silencio de respuesta dada, de palabra tragada. Un hueco que me exige ser llenado con mis propias conjeturas, sin miedos.
Y en esa exigencia, en ese vacío que tú me ofreces, me vuelvo un eco desesperado. Mi voz se dispara hacia ti, rebotando contra tu rostro inmóvil, volviendo a mí distorsionada y sin sentido. Te pregunto qué te pasa, por qué te quedaste ahí, pero el único diálogo que tenemos es el que yo sostengo conmigo mismo. Mis preguntas se convierten en mi tormento, y ese silencio tuyo, en un arma. Un arma que, sin moverse, me desarma por completo.
A veces me pregunto si es a propósito. Si ese silencio es una elección, un acto deliberado para que me hunda en mi propio mar de incertidumbre. O si, tal vez, ese silencio es una prisión para vos también. Que la respuesta, la palabra que busco, está ahí, petrificada, atrapada entre tus dientes, gritando dentro de tu boca para que la escuches. Y que el verdadero silencio, el insoportable, el que nos ahoga a los dos, no es el que existe entre vos y yo, sino el que nos habita por separado, en este extraño y desolador espacio de comunicación.