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SOMOS TREMULOS

SOMOS TRÉMULOS

Por Francis Berti

Somos trémulos. Dicho de una cosa: que tiene un movimiento o agitación semejante al temblor; como la luz de una vela. Que tiembla. Tembloroso, tiritón, tremoso, trepidante, tremulante, temblón, tremulento, tembloso. Pero somos más, cada uno de nosotros somos más que trémulos. Porque en ese ir hacia los sitios que nos empujamos cientos de movimientos nos cruzan con alientos pegajosos y alientos desalmados a nuestro existir de trémulas sensaciones de temblor diferente y libre en su propio decidir como buscando el par sin solidificarlo.

Y en esa búsqueda, la bondad no es un acto, sino un temblor. El temblor que se siente cuando la mano de un desconocido se extiende sin pedir nada a cambio. El temblor que nos sacude cuando una palabra precisa nos salva de un abismo. Esos son los trémulos subyacentes que nos sostienen. No son grandes gestos, son susurros en la piel. Son la perseverancia de una luz de vela que, a pesar del viento, no se apaga. Un temblor infinito que persiste.

Nuestros temblores son mapas en blanco. Cada decisión libre que tomamos, cada instante de bondad que dejamos escapar, es una línea invisible que se dibuja en ese mapa. No buscamos una media naranja, ni un alma gemela. Buscamos un par de trémulos que, al vibrar en la misma frecuencia, creen una melodía. Un temblor que no se solidifique en una forma perfecta, sino que se mantenga en el vaivén. Un temblor libre. Y sé que está ahí fuera, en algún rincón de la vida. Un temblor que me busque con la misma sed de no-quietud con la que yo lo busco.

El otro trémulo no se descubre con la vista. La vista nos engaña con formas y brillos. Se descubre con el temblor. Con el escalofrío que nos recorre la espalda cuando la mirada de un extraño no nos atraviesa, sino que se detiene en nosotros como un puerto seguro. Con el temblor que se siente en los dedos cuando se rozan, no por casualidad, sino por un imán invisible que los atrae. El otro trémulo es una vibración. Una frecuencia que solo la intuición puede captar, una melodía que no tiene sonido, pero que el alma reconoce.

Y es en el instante en que nuestros temblores se encuentran, en ese minúsculo y glorioso segundo de unión, donde comprendo que no somos dos, sino uno. No uno solidificado en forma, sino uno que vibra en una misma danza de bondad y perseverancia. El temblor del otro se vuelve el mío. Mi temblor se vuelve el suyo. Y en esa fusión de la no-quietud, por fin, me siento. Y en esa danza de temblores, comprendí que la búsqueda no tiene fin, sino un solo propósito: saberse en camino.

1 pensamiento en “SOMOS TREMULOS”

  1. Guadalupe Elvira Blancop

    Percibimos las situaciones emocionales que nos suceden en el presente de la vida con
    Algunas complejidades, que pueden ser engañosas y
    nos provoca un movimiento de agitación o temblor.
    La frecuencia que solo
    la intuición puede captar, esa melodía que no tiene sonido,pero que el alma la reconoce, esa vibracion trémula de dos almas que se reconocen , en ese umbral de luz., fuera del cielo y de la tierra, en esa danza de temblores , nos enseña que la búsqueda no tiene fin,sino un solo propósito:saberse el camino.Somos Trèmulos,así respondemos ante la realidad del mundo que nos rodea. Muy interesante el tema. Gracias.

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