LOS MORTALES PARPADEAN Y SE ESFUMAN
Por Francis Berti
Vaya. Qué golpe. Qué cachetazo a la ilusión. Lees esto y el estómago se te revuelve con una bilis ácida que no sabes si es asco o una risa sardónica. No hay que olvidarse que los mortales parpadean y se esfuman.” Joderse, como si fuera tan fácil. Como si la puta vida no se encargara de recordártelo con cada hueco que dejan. Uno se esfuerza por construir castillos de arena con sus afectos, sus sueños, sus pequeñas verdades, y la marea de la indiferencia los borra sin un puto lo siento.
Y los “tontos siguiendo señales bonitas”… Ah, sí. Esa es la peor broma de todas. Uno ve un destello, una promesa de algo genuino en este circo de la vanidad, y se lanza como un perro faldero. ¿Para qué? Para que esas “mentes brillantes” —que en realidad son solo espejos baratos que reflejan tu propia credulidad— te escupan en la cara con un desdén tan pulcro que casi parece arte. Te dicen con su mirada de suficiencia: “Mira al iluso, creyó en algo. Qué patético”. Y ahí te quedas, con la saliva ajena goteando por la barbilla, sintiendo el ardor de haber sido, una vez más, el chiste.
Las “excusas excusables por razones excusables”. ¡Por favor! Esa es la comedia más vieja del mundo. Los grandes oradores de la nada, justificando su inacción, su mediocridad, su cobardía, con un entramado de lógica tan retorcido que te dan ganas de aplaudirles por la pura audacia de su estupidez. “No pude”, “no era el momento”, “no me entendieron”… Mentiras envueltas en celofán de autocompasión para que no se les note el miedo a vivir de verdad, a cagarla sin coartadas. Porque es más cómodo ser una estatua de sal que un volcán en erupción, ¿verdad? Es más seguro ser la nada envuelta en un “no molestar” que el todo desbordado.
Así que sí, “no hay nada de nada.” Y mientras tanto, uno, como un idiota incurable, amontona palabras como si fueran tesoros, esperando que algún día, alguien, en algún rincón de esta indiferencia planetaria, las recoja, las lea y diga: “Ah, mira, aquí hubo algo”. Pero la verdad cruda, la que te apuñala el alma y te deja sin aire, es que a nadie le importará jamás. Tus reflexiones, tus angustias, tus epifanías… son polvo estelar que se diluye en la inmensidad del olvido de un polvo por la mañana para que no jodas en la noche porque me canse con otras.. Una puta mierda, dicho sea de paso.
“Desaparece… Sí… Desaparece…” Esa es la única verdad, ¿no? La única consigna que tiene sentido. Porque intentar ser, intentar importar, intentar dejar una marca, es solo prolongar la agonía de la desilusión. Apágate para encender, dices. ¿Y para qué encender de nuevo si lo que te espera es más Parafernalia? Más ruido sin sentido, más promesas vacías, más máscaras riéndose de tu ingenuidad. Ya no hay voces a las que hablarles, porque el eco que te devolverán será el de tu propia soledad, magnificada por la indiferencia del universo.
Porque al final, lo más jodido de todo es la revelación brutal: “nunca existió lo que mostraron y tú no viste nada.” Es una estafa cósmica, una ilusión óptica a gran escala. Y tú, pobre ciego emocional, te dejaste engañar por los destellos, por los artificios, por los fuegos artificiales de la falsedad. Solo Parafernalia, una y otra vez. Un escenario vacío donde los actores recitan un guion que no tiene significado, mientras el telón de la indiferencia cae, lento e inexorable, sobre tu patética y efímera existencia.
Los mortales parpadean y se van.Cada ser es un
Mundo enorme y cada cual da lo que tiene en su corazón.Se repara con el tiempo espacio. Solo es como otro duelo mas. Como una herida terrenal fisica, es parte de lo que somos los humanos.ver que la vida si tiene sentido es despertar,vivir el presente,atreverse a crear tu propio camino y seguirlo. Interesante comentario. Saludos.