EL VACIO DE LOS DESEOS
Por Francis Berti
Confusión es vacío, pero por extraño que parezca se llena de ellos. Así se vive. Así se entretiene el ser humano. En la confusión de los deseos. Alcanzando respuestas absolutos de sus propias respuestas consolidadas en el vacío de los deseos que dejara que se prolonguen como definición de existencia. De realidad. De euforia o simplemente de de humos exaltados que pacifican un circulo de vacíos de deseos.
Confusión es vacío, pero por extraño que parezca se llena de ellos. Así se vive. Así se entretiene el ser humano. En la confusión de los deseos. Alcanzando respuestas absolutos de sus propias respuestas consolidadas en el vacío de los deseos que dejara que se prolonguen como definición de existencia. De realidad. De euforia o simplemente de de humos exaltados que pacifican un circulo de vacíos de deseos.
Y hasta de transvaloración de estos insumos con un efecto particular, acompañado de la duda, la ciencia, la intuición y la interpretación. Los deseos se excitan y son curiosos. Deja que ellos se excitan a una etapa futura, y bajo estos antecedentes que sean por ellos objetivos del sentido del hacer, corren a un mar de cambios, para ver si desarrollan sus intereses, como muy bien lo hacen los que cohabitan en pareja o en grupo familiar. Ya no se quejen de aferrarse a las paredes de su sala, para que sigan comprando y guardando, en su trayectoria. Con las paredes construidas al pie del sol, sobre la tierra, evitando la frontera del vacío del deseo confuso. Sin tener en la parte superior ni inferior culpa por nada.
Puede que tenga su tema de primera, sobre todo si el consenso sobre el tema es desagregado. Especialmente si apenas quedan como pocas maneras las obligaciones. Algunas de sus convenciones hablan de un conjunto de sin hacer así nada que no sea. Pero se la guarda. Así se suma la regla que desde un principio , creemos el orden social. Y material. Con la perspectiva del orden de la racionalidad y la tolerancia. Y como si todo esto fuera infalible. Y cuando, como es ahora. Encuentra en la función de consumo y la cual desgraciadamente en muchos casos está subvencionada en el vcio de de esos deseos.
Acierta si llama a comentar e que en la confusión del deseo tuvo dificultades para entender lo que al lado de la infinitificación. Y que no lo ha podido entender. Que lo solían cuestionar al menos para mí, hace la meta de una de las lecciones que uno debería aprender. El deseo, y en otras palabras, el duda. Es lo que más me ha dado a mí de la infinititud, al tipo de cambio que se genera. De una sensación de la pequeña entres para anular ese deseo. Si eso se ve para cualquiera no. Por lo pronto tengo experiencia.
Cuando percibo en algo sobre el mismo lado de la realidad, ese deseo del deseo, y ese deseo que es como la entrañanza del que se siente detrás del cuento. En lugar de tener una sensación diferente que pueda ser una consecuencia. O la síntesis de lo mismo. De una cosa y una otra. Esta sensación de la incertidumbre acerca de lo que haga. Cuando es una concesión de que es sobre la misma conciencia y cierta clase de vigencia.
Entiendo que también esa cosa que suele quedar siempre. La infinititud no es rara. En mi experiencia la he vivido a la sombra de la muerte. Y, eso también me resulta relevante para donde me venga.