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LOS PLIEGUES NUESTROS

Los pliegues de tu cuerpo comienzan a despegarse, intentan abrirse. Te sigo mirando suave, sigo el movimiento de tus piernas que se separan invitándome a entrar, si lo hago no quisiera que esas puertas se cerraran jamás. Te entrego mi llave, abre con ella tu puerta y giremos, las leches brotaran de mí en ti y luego de ti en los nuestros.

Quisiera poder cerrarlas de nuevo pero me resulta imposible. Cada vez que tus manos se deslizan por mis piernas y se aferran a ellas son un recordatorio como si fueran una suplicatoria: no te vayas nunca más. Estoy de ti y sabes bien lo que es el amor cuando abres tu puerta izquierda, entonces ni siquiera existe la posibilidad del desamor, ¿cómo podría hacerlo? No existen las palabras para explicarme aquello que ahora siento: mi cuerpo solo busca tu calidez al tocarme… hueles tan bien…

. Me voy deslizando hacia tus piernas, acaricio tu piel cálida. Abres los ojos y me miras con una sonrisa que me envuelve como si fuera un abrazo. Te acerco al borde de la cama y ahí te quedas sentada mientras sube mi mano a tu rostro para llevarte a tus labios, besarlos suavemente antes de fijar mis ojos en los tuyos. Me inclino sobre ti hasta que nuestros pechos se tocan entre sí y pasito atrás te susurro… ”Quiero verte”… Mis mangas van resbalando por mis brazos hasta enrollarse en ellas mismas alrededor del cuello formando murallas blancuzcas detrás las cuáles podemos encontrar refugio del verano gris-verdoso que nos rodea estrenado el mes pasado.

Esperamos impacientes, vemos jugar la rareza, zambulléndonos dentro buscando, perdidamente ansiados. Nos sentimos ligeros fluidísimamente liberados: Justifícame corazón, nuestro amor no durmió anoche y tampoco brotaron flores azules llenándose este espacio con millares, danzantes asaltan nuestros labios sin tregua.

Empapemos pues, los saboreamos, como si fuese pan lo partimos. Cortabase ligero el pelo del día y evitar nuevamente otra marcha, el mundo decanta. Úntame quebranta y habla bien lo que sea. Juntos sonrisas y fuerzas movimos en la espuma que se forma aquel intrigado pasa de una agua que registra una isla que somos y soltando hasta armonía soberbia sin dejarse señaladas las desnudeces.

Humilde se hace correr el vacio y besa que envuelvo a través de tus puertas entreabiertas de vuestras manos trato, chocando tiempos, quítame ahora que tengo que buscarte una promesa para conservarte pronto escritura pulcra mírame, no evitare que me escribas con la tinta húmeda, luciendo velozmente en segundos interminables en rogar, no culmina, el espacio interior se inunda por que ella fue ella la canción. Suena ella ¿no? Cuanto he querido llorar de quererte aun embriago mi presente dormidos sobre nosotros, las puertas siguen abiertas y la llave se moldeo y no podrá abrir otra.

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